Es difícil imaginar que alguien esté más conectado con Dios que Francisco de Asís. Su experiencia de conversión comenzó con un período de luto después de que sus planes para el título de caballero, la fama y la gloria fueron destrozados. Este período se convirtió en una búsqueda de dirección espiritual para Francisco. Perdón por sentir pena por él mismo, le rogó al perdón de Dios. La parte fácil había terminado: Dios entendía a Francisco, pero ¿entendería Francisco el plan de Dios para él?

Francis había crecido detestando la vista de personas con lepra. Él, como otros, se esforzaría por evitarlos. Pero, un día, mientras montaba su caballo en el campo, Francis vio a un hombre con lepra. Como siempre, intentó mirar hacia otro lado. Sin embargo, un cambio de corazón hizo que Francis desmontara su caballo, se acercara al leproso, le pusiera monedas en la mano y lo besara.

¿Quién cambió el corazón de Francisco? Nadie más que Jesús. ¿Con quién se encontró Francisco en el lado de ese camino rural? Nadie más que Jesús. Jesús transforma el mundo cambiando la manera en que las personas se tratan unas a otras. Francis modeló ese cambio de comportamiento por el resto de su vida. Francisco vio a Jesús en todos, entonces, ¿cómo podría él tratar a alguien de manera diferente a como lo haría con Jesús? Si tratamos a los demás como lo hizo Francisco, nosotros también podemos cambiar el mundo. Como lo hacemos con los demás, también lo hacemos con Jesús. Ten cuidado, está en todas partes.