La nueva misión franciscana en Matanomane, una zona rural del condado de Kilifi, en la región costera de Kenia, se encuentra discretamente al margen del radar social. Aquí, en un paisaje semiárido, los jóvenes crecen con pocos modelos a seguir y casi sin acceso a orientación moral o espiritual. 

Una generación a la deriva

Cuando los frailes Inocencio Uwimana y Festo llegaron, se encontraron con una generación a la deriva. Muchos nunca habían pisado una iglesia. La deserción escolar es frecuente. Las drogas y las drogas tóxicas llenan el vacío dejado por la ociosidad y la falta de propósito. Las niñas abandonan la escuela demasiado pronto, gestando hijos antes de haber tenido la oportunidad de forjar sus propios sueños.

Es un lugar donde muchos sueños se silencian y donde muy pocas voces le dicen a un niño que importan.

El campo estéril antes de la construcción.

Algunas fotos durante la construcción.

Entonces los frailes hicieron una pregunta sencilla: ¿Qué haría falta para que estos niños fueran a la iglesia?

La respuesta llegó en forma de un proyecto de $11.000: una cancha combinada de baloncesto y voleibol, abierta a todos.

Los tribunales están abiertos y los jóvenes están asistiendo.

Gracias a la generosidad de nuestros donantes, la construcción está terminada. Las canchas de baloncesto y voleibol están pintadas, la cerca de alambre protege el espacio y los balones ya están en juego. Se lucen con orgullo las nuevas camisetas verdes y azules. Y lo más importante, los jóvenes están participando.  

Los jóvenes vienen a jugar, pero se quedan porque alguien los escucha. Y en esa escucha, los frailes comienzan la lenta y hermosa labor de sanación. 

Dado que las instalaciones requieren poco mantenimiento, los frailes y la comunidad local se comprometen a cuidarlas juntos. El recinto de la iglesia ya no es solo un lugar de culto, sino un espacio de movimiento, amistad y propósito.  

Es donde las niñas pueden recuperar su infancia con un saque de voleibol, y los niños pueden correr sin huir de nada.

Algunas fotos después de la construcción.

¿Qué diferencia hace un tribunal?

Significa menos niños que pasan las noches en antros de drogadictos. Menos niñas que desaparecen de las aulas. Más risas, más equipos, más conversación. Más razones para permanecer arraigados a un lugar, a un pueblo, a una fe.

Gracias a su generosidad, los frailes están llevando el Evangelio vivo a un lugar que más lo necesita, no sólo con palabras, sino también con juegos.