Hay lugares en este mundo donde la alegría se manifiesta en las cosas más sencillas, como un vaso de agua limpia que se le da a un niño en un caluroso día de escuela. En Natitingou, una ciudad del norte de Benín, esa simple alegría estuvo alguna vez fuera del alcance de los niños de las escuelas primarias Saint Antoine de Padoue y Les Brillants.
Una lucha diaria por una necesidad básica
Estas escuelas, gestionadas por la Fraternidad Franciscana de Notre Dame des Anges con la ayuda de la Orden Franciscana Seglar, acogen a huérfanos y niños de familias extremadamente pobres. Sin embargo, existía un problema importante: la falta de agua potable.
En una región donde el acceso al agua es limitado y las enfermedades se propagan fácilmente a través de fuentes contaminadas, los niños tenían que beber de pozos abiertos o de arroyos cercanos.


El agua que trae más que alivio
Los frailes vieron lo que se necesitaba: agua limpia, cerca, siempre disponible. Así que solicitaron ayuda. Y gracias a la generosidad de los donantes, se han instalado dos pozos solares, uno en cada escuela.
Ahora, cientos de niños tienen acceso a agua potable durante toda la jornada escolar. Pueden beber cuando tienen sed, lavarse las manos e incluso aprender hábitos básicos de higiene que les servirán de por vida. Estos pozos han hecho más que calmar la sed: han traído dignidad, salud y un nuevo ritmo a la jornada escolar.


El impacto se extiende más allá de los muros de la escuela. Familias locales acuden a llenar sus contenedores y llevar agua limpia a casa.
Mejor aún, los niños reciben capacitación para cuidar los pozos, aprendiendo a mantener las bombas, a conservar el agua y la importancia de la higiene. Lo que antes era una necesidad imperiosa ahora se ha convertido en una fuente de empoderamiento.
Este es el tipo de trabajo que su apoyo hace posible.
